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Las puertas del Tepozteco
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O "El verde tepozteco"
podríamos haber llamado a esta experiencia ya que en esta
época todo el cerro esta cubierto de verde. Y así,
imponente y lleno de vida, lo vimos desde el estacionamiento donde
dejamos nuestro auto. Antes de iniciar el ascenso hicimos algunas
compras de última hora y desayunamos unas ricas quesadillas
en el mercado y ya con todo bien empacado, tanto en la mochila como
en la panza, nos dispusimos a subir.
Buscamos una ruta donde no hubiera
tanta gente y donde no nos vieran subir con mochila para evitar
preguntas y tramites innecesarios ya que en nuestra relación
de años con este cerro hemos aprendido a respetarlo y cuidarlo.
De hecho fue aquí donde aprendimos a reconocer que los lugares
tienen puertas energéticas y que hay que estar muy concientes
cuando uno las atraviesa para que el lugar nos permita continuar
y nos permita utilizar su energía para obtener conocimiento.
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La ruta elegida no fue la mejor
y por momentos pensamos en la posibilidad de regresar y escoger
otra ruta pero ya habíamos subido bastante y decidimos continuar.
Después de dar un gran rodeo por fin llegamos a la "primera
puerta" y lo que vimos nos lleno de tristeza, ya de tiempo
atrás la gente empezó a pintarrajear las paredes de
esta hermosa cavidad pero ahora ¡casi ya no se ve la roca
de tanta pintura! ¡Y la están convirtiendo en un muladar!
No cabe duda que la ignorancia es la peor enemiga de un pueblo y
por supuesto de la Naturaleza. En el poco tiempo que estuvimos ahí
tratando de disfrutar de la hermosa vista del valle por un lado
y de los peñascos por el otro, llegaron unos jovencitos ¡e
inmediatamente se dispusieron a beber unas cervezas! Sin comentarios...
Rápidamente recogimos nuestras cosas y sin más trámite
que solicitarle al Tepoz permiso para continuar, nos alejamos del
lugar.
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El camino estaba semi-cerrado por
la abundante vegetación y las piedras resbalosas por la humedad,
lo que exigía un esfuerzo adicional de nuestra parte y así
continuamos avanzando lentamente por una vereda que asciende serpenteando
por entre una barranca, sin embargo a pesar de la dificultad íbamos
disfrutando de los múltiples tonos de verde que cubrían
prácticamente todo, hasta las piedras y los troncos de los
árboles, y así llegamos a la "segunda puerta"
donde desafortunadamente la ignorancia ya también dejo su
huella plasmada en las rocas. Tratando de que eso no nos afectara
tanto nos subimos por el costado de la roca que da al valle y ahí
en silencio nos entregamos a la contemplación del paisaje.
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Ya serenos pedimos permiso para
continuar y seguimos avanzando. En este punto ya empezamos a salir
de la barranca y el sol nos dio de lleno, pero en esta época
del año no pega tan duro, así que disfrutamos también
del sol. Al salir completamente de la barranca llegamos a la "tercera
puerta" que es una mini planicie rodeada de barrancas. Fue
en este hermoso y poderoso lugar donde hace años un participante,
muy conocido por mi, extasiado ante lo impactante de la experiencia
y la belleza del lugar, comento al terminar el taller de "El
Salto al Otro Yo" que era "maravilloso, increíble
y fantástico" y que "ojalá mucha gente pudiera
vivir ese tipo de experiencias", sin saber entonces que años
después dedicaría su vida a conseguir ese objetivo.
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Después de un largo tiempo de
contemplación - y reflexión también - continuamos
nuestro camino ascendente por otra barranca que resulto mas húmeda
y resbaladiza que la anterior por lo que avanzamos despacio y bien atentos
hasta llegar a lo que podríamos decir que es como una puerta lateral
al "paso del aliado", que es la verdadera puerta de este sitio
y que en esta ocasión decidimos esquivar porque la humedad la vuelve
altamente riesgosa. A partir de este punto la humedad acaba y las altas
hierbas ya no crecen mas, por lo que pudimos continuar con más
facilidad.
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Ya desde la mini planicie pudimos
escuchar y contemplar una cascadita que solo en esta época
del año aparece y su canto nos acompaño hasta la "cuarta
puerta" que es como un pequeño lomo de montaña.
Nosotros arribamos por el lado del cerro así que del otro
lado nos esperaba otra magnifica vista del valle como un premio
a nuestro esfuerzo realizado hasta ese momento. Aprovechamos el
lugar para descansar y para hacer un ejercicio especial para generar
la conciencia necesaria para poder pasar por esa puerta, ya que
mas adelante se encuentra el famoso "paso del gato" llamado
así porque la mayoría de las personas tiene que pasar
a gatas para conseguir la estabilidad necesaria para no caer a un
barranco que se encuentra al lado del estrechísimo sendero.
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Poniendo atención a cada
movimiento que hacíamos cruzamos lentamente el paso del gato
y ya mas tranquilos seguimos ascendiendo hasta llegar a lo alto
de un peñasco que al descenderlo nos dejo en plena "quinta
puerta", ahí hicimos un ejercicio de cambio de percepción
que consistió en doblar medio cuerpo hacia atrás y
contemplar el mundo al revés. Lo que te mueve "el punto
de encaje" es que lo hacemos ¡al filo de un barranco!
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Ya que regresamos a nuestro estado normal
nuestro cuerpo exigía recursos energéticos inmediatamente,
así que no nos hicimos del rogar y saboreamos una rica aunque frugal
comida. Sin hacer mucho caso a nuestro cuerpo, que exigía mas comida,
emprendimos el ascenso hacia la "sexta puerta".
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Aquí la vegetación
cambia y se convierte en bosque, así que disfrutamos de la
compañía de los árboles. Un poco antes de la
puerta hay que subir unos peñascos que nos permitieron utilizar
grupos musculares que hasta entonces no habían trabajado
mucho, lo que balanceo nuestro trabajo corporal. Felices del esfuerzo
realizado arribamos a la "sexta puerta" que es otro lomo
de montaña que tiene a lado y lado profundas barrancas; un
sitio no muy ideal para descansar pero si para "descansar trabajando".
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Sin perder tiempo nos avocamos
a instalar las tiendas de campaña y luego de un breve descanso
realizamos ejercicios de conciencia corporal finalizando con ejercicios
específicos para aprender a caminar con conciencia. La noche
se acercaba, así que nos pusimos a recoger la leña
necesaria para una buena fogata, concluyendo la labor justo a tiempo
para despedir al sol y agradecerle por los dones recibidos en ese
día.
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Iniciar el fuego y mantenerlo fue
sencillo en esta ocasión ya que la leña estaba casi
seca. Después de darle Neneviery al Tatewari pasamos al recuento
del día en donde compartimos los regalos de conciencia que
nos había dado el Tepozteco y para muestra un botón,
alguien dijo: "confirmo que para obtener lo que quiero tengo
que dar mi mejor esfuerzo y ser yo quien de los pasos necesarios
y no esperar a que otros den algunos pasos primero o los den por
mi...". Esas palabras y otras que se dijeron, nacidas de una
real conciencia, de una experiencia vivida y sentida profundamente,
son verdaderos tesoros de conocimiento y esos tesoros son los que
buscamos caminando en las montañas.
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Felices de la vida disfrutamos de una
rica y abundante cena y nos fuimos a descansar a buenas horas porque queríamos
madrugar al día siguiente. Justo cuando nos estábamos metiendo
a las tiendas se soltó un fuerte viento que no paro en varias horas.
A las cinco de la mañana nos despertamos pero el viento también
se despertó y empezó a soplar fuertemente, en la oscuridad
de la madrugada y dentro de nuestros sleeping bags calientitos decidimos
esperar una hora a que amainara el viento.
Como diciendo: "órale
pues, les doy chance pero ya levántense" el viento amaino
un poco antes de las seis, así que rápidamente nos
levantamos y empacamos nuestras cosas, pero al salir de la tienda
no pudimos evitar detener nuestra agitación para contemplar
la indescriptible belleza de la aurora. Sin embargo la luz avanzaba
rápidamente así que, veloces, levantamos el campamento
y tras un frugal desayuno iniciamos la marcha a buen paso porque
queríamos alcanzar la cumbre del cerro antes de que saliera
el sol.
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Llegamos a la última cuesta,
que es la más empinada, y tuvimos que disminuir el paso,
sin embargo fue también como una forma de respeto antes de
cruzar la "séptima y última puerta" antes
de la cumbre. El esfuerzo realizado era nuestra mejor ofrenda así
que sin problemas escalamos los últimos peñascos que
rodean la cumbre del Tlahuitepetl o Cerro de la Luz. Justo cuando
arribábamos a esta, el sol empezaba a despuntar en el horizonte,
inundando nuestro ser con la bellísima luz ambarina que solo
es perceptible en estos momentos del día. Llenos de jubilo
saludamos y agradecimos a gritos al sol por este magnifico regalo.
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El viento también hizo acto
de presencia y se puso a jugar con pequeñas nubes que estaban
arriba de nosotros. Las nubes tomaban bellas formas y las mas bajas
avanzaban rápidamente impulsadas por el viento, lo que mas
nos fascino fue observar que un poco mas alto otras nubes avanzaban
muy lentamente en sentido contrario, fenómenos como este
no son fáciles de observar en otros lugares así que
también agradecimos este regalo.
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Después de contemplar las nubes,
nos sentamos a contemplar el paisaje matinal. Estas actividades contemplativas
son mucho más que simplemente disfrutar del paisaje. Son momentos
en los que te das cuenta que estas unido a todo; momentos en los que vibras
emitiendo la nota que te corresponde en el gran concierto universal; momentos
en los que sabes cual es tu lugar y cual es tu tarea en este mundo; momentos
en los que ves que es lo que has hecho y que es lo que te falta por hacer;
en fin son momentos de comunión con el Gran Espíritu.
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Bueno pero, todo lo que sube tiene que
bajar, así que luego de un sustancioso desayuno iniciamos el descenso
que también tenia sus sorpresas. No bien empezamos a descender
pasamos junto a un voladero que nos hizo aferrarnos bien a la vida. Recordando
las perdidas que nos hemos dado bajando de este cerro, íbamos bien
atentos al camino. Para confirmar que la ruta elegida era la correcta
subimos a un peñasco que nos dio un panorama amplio de las posibles
rutas, sin embargo el viento apareció de nuevo con fuerza y las
piedras estaban un poco resbalosas por lo que decidimos bajar inmediatamente.
Por el camino fueron apareciendo unos
árboles que nos invitaron a abrazarlos y a realizar algunos ejercicios
de percepción con ellos y así en un estado de conciencia
acrecentada continuamos nuestro camino. La experiencia adquirida nos permitió
encontrar la mejor ruta para llegar a un ladito del panteón que
esta junto a las vías del tren. Pero nos llevamos una sorpresa
porque las vías del tren ¡habían desaparecido y en
su lugar estaba un camino de grava! Mas adelante encontramos la razón
de este suceso: un señor estaba haciendo leña de los durmientes
que estaban desperdigados a lado y lado del camino. ¡El "progreso"
avanza señores y señoras! pero, estoy seguro que así
como yo, muchos de los que alguna vez viajamos por tren lamentamos profundamente
la muerte, por inanición, del sistema ferroviario mexicano.
Sin problemas encontramos el camino real
y continuamos el descenso por este camino de lava que en esta ocasión
estaba tapizado de verde, disfrutando a cada paso de las maravillas de
la Naturaleza encontramos también sin problema la vereda que corta
hacia el camino a la pirámide y que pasa cerca de la "grieta
de los mundos", una "puerta" del tepozteco que a muchos
nos movió el punto de encaje para siempre y a la que saludamos
de pasadita con respeto.
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Y así fuimos pasando por
las diferentes puertas de este lado del Tepoz cada una con su tono
y belleza especiales. Cuando bajas las puertas están como
abiertas y lo único que se requiere es seguir cultivando
el estado de atención y respeto en el que te encuentras.
Antes de llegar a la pirámide nos detuvimos a saludar una
cascadita preciosa que solo esta activa en esta época del
año. Inmediatamente nos sentimos descansados y un estado
de serenidad y paz nos invadió. Este estado nos sirvió
para no dejarnos arrastrar por el tono de distracción, ansiedad,
enfado u orgullo personal que la mayoría de las personas
mostraban al arribar al sitio ceremonial azteca.
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Aun cuando la pirámide construida
en honor de Tepoztecatl conserva una energía poderosa, el
tono del ambiente no nos gusto, así que rápidamente
recorrimos el lugar y continuamos con nuestro descenso. Al ir bajando
nos encontramos con unas personas que, cargando tremendos bultos
con naranjas, limones y botellas de agua, iban sudando la gota gorda
pero con una expresión afable en el rostro. Estos auténticos
tamemes modernos son una lección viviente para todos nosotros
pero principalmente para aquellos que suben jadeando por el camino
a la pirámide del Tepoz sin más peso que el cigarro
que llevan en la mano...
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Tomando ejemplo de los tamemes seguimos
bajando, con la pesadez de nuestras mochilas pero con ligereza de ánimo,
por la larga escalinata que baja al pueblo. Con las piernas temblorosas
por el esfuerzo realizado cruzamos la ultima puerta, o primera de este
lado, que es un magnifico árbol sobreviviente de un rayo que lo
partió en dos. Cansados pero contentos llegamos a nuestro auto
que nos condujo, a través del trafico dominguero del pueblo de
Tepoztlan, hasta el mercado donde después de esperar por mas de
media hora, debido al gentío que abarrotaba el lugar, saboreamos
unos ricos jugos de mandarina acompañando a unas deliciosas quesadillas
hechas a mano con el cariño y la simpatía que los dueños
de "Los Chinelos" brindan siempre a sus clientes. El mejor corolario
para una aventura más por las puertas del Tepozteco.
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